viernes, 18 de abril de 2014

Mejor callar

No tengo mucho que decir ahora,
pero demasiada gente que me escucha.
No tengo buenas historias que contar,
y hay gente que lee mis palabras brutas.

Paso mucho tiempo en silencio,
acariciando cada palabra que no escribo.
Escucho incluso a quien no debo,
debería pasar de mis silencios cuando bebo.

En silencio cuando en The Hole 2 actúa la corista,
cuando recito cada verso sin hacer ruido junto a Sabina.
En silencio hablando con mis sábanas que te echan de menos.
Perdido, sin rumbo fijo, llevado por el temporal de mis celos,
cuando recuerdo nuestros labios, los números, mis cuentas, tus cosenos...

Guardo silencio cuando me cruzo con la foto
de los que estaban antes que yo aquí.
Cuando me meto a hurtadillas en tu facebook
para volver a ver lo preciosas que salís,
tu puta sonrisa y tú.

martes, 1 de abril de 2014

Volver a girar

En un carrusel con vistas a la playa, una niña se queda mirando las luces,
los adornos que engalanan la atracción y las risas de los demás.
Nunca le vio la gracia a girar sin dirección pero una vez lo probó.

Giró, giró y giró...fue poco tiempo, pero para ella fue eterno,
se mareó, rió, lloró, ... todo fueron recuerdos imborrables
en la inmensidad y eternidad de un instante.

No pidió volver a montarse, en su desde entonces favorita,
tazita de café, rota, sin guirnaldas de luz, y con la puerta difícil de abrir.
Se fue sin mirar atrás, sabiendo que pronto volvería...

Regresó, tiempo después, con su moneda de ilusión,
y sus ganas de rendir cuentas con su sonrisa, pero...
el carrusel se había ido...
sólo quedaba la marca en el suelo de haber estado allí,
pero alguien que no lo hubiera visto, no sabría qué era aquella señal.

Y la niña se dedicó a dar vueltas sobre si misma
vueltas y vueltas y vueltas....pero no era lo mismo.
Su carrusel no estaba, y no tenía posibilidad de saber si volvería.

Cada vez que bajaba al paseo marítimo, buscaba esa señal en el suelo
que ya sólo ella veía...
Ahora, ya tan vieja y roída por las noches, sólo le quedan los libros de su habitación
y los ruidos de los niños del vecino que le resuenan en los oídos
como los raíles de un carrusel que por muy rápido que vayan,
vuelven al mismo sitio donde comenzaron.